SEGUNDA PARTE:
Salí de los lockers y corrí para buscar a mi madre. La vi en la recepción, junto con todas sus amigas de trabajo, tomándose fotos ya listas para entrar al salón con los pacientes y todos los participantes. Se veía realmente hermosa. Llevaba un vestido color salmón, le quedaba ajustado del torso y después caía suelto de la cintura hasta las rodillas. Era perfecto. Sonreí y me quedé atónita cuando vi a mi padre. Vestido con un traje negro, una corbata roja y un peinado realmente juvenil, se veía guapísimo.
– Al fin llegas – gritó mi madre. Me hizo señas para que me acercara.
Me acerqué y abrió sus brazos para que la abrazara. Vi a mi padre de reojo, estaba sonriendo y mirando a mi madre. Los amaba de verdad.
– Una foto de los Wilde – dijo Grace quien manejaba la cámara digital de mi madre. Sonreí para la cámara y el flash me cegó por un momento.
– Te ves hermosa mi vida – chilló mi madre después de tomarnos la foto.
– No más que tú – le sonreí.
Mi padre puso sus brazos a los costados invitándonos a mí y a mi madre a tomarnos de cada uno. Así lo hicimos. Nos dirigimos al salón. La mayoría de los invitados ya estaban en sus respectivas mesas. Todos guapísimos, sonriendo, aplaudiendo y respirando felicidad.
Saqué mi celular y vi un mensaje de mi amiga.
“Ya estoy en la mesa de tu familia. Espero no te moleste”, decía. Me separé de mis padres y corrí a la mesa. Cuando llegué vi a Halley besando a su precioso novio, que llevaba un traje azul marino que combinaba con el vestido de mi hermosa amiga.
– Ahm – tosí. Los dos se alejaron del rostro del otro y se dieron vuelta para mirarme con las manos en mi cintura acusándolos con la mirada.
– ¡______!
Se levantaron de sus asientos y se acercaron para saludarme. Halley como siempre me abrazó efusivamente. Cuando se separó de mí me miró de arriba abajo.
– Dios santo, te ves tremendamente guapísima – me dijo mientras me daba una vuelta. Me sonrió con ternura mientras George se posaba a un costado suyo.
– Hola ______ – dijo mientras me acercaba para plantar un beso en su mejilla. Su mano viajó a mi cintura y me abrazó. – Al fin te conozco, Halley me ha hablado muy bien de ti. Creo que no exageraba – George rió al igual que Halley.
– Tonto – Halley golpeó su brazo y lo quitó del camino.
– Te quiero, princesa – dijo George con ternura mientras la tomaba del rostro y ponía sus labios encima de los de Halley.
– Vamos, ve a traerme un poco de ponche, tengo algo que hablar con ______.
George se fue. Halley me tomó del brazo y me sacó del salón. Caminamos hasta el ascensor y llegamos a nuestro lugar secreto. Era el piso que jamás habían terminado de construir. Nosotras habíamos llevado un par de cosas con el permiso de los directores del hospital. Me hizo sentarme en una de las sillitas que había en el piso y me miró amenazante.
– Antes de que me cuentes cualquier cosa, quiero que sepas que no deja de sorprenderme tu belleza. Estás perfecta ______.
Sonreí y bajé la mirada. La verdad me apenaba muchísimo que me dijeran esas cosas.
– Okey. Déjame contarte.
– Por favor.
Cruzó sus piernas y se recargó en el respaldo del sillón rosa. Puso toda su atención en mí y le conté cómo había sido. No le dije de las clases, ya que Justin me había pedido que no le contara a nadie.
– ¡Eres una puta ______! – gritó Halley emocionada. – ¿Te gustó?
– Mucho. Tengo sus caricias en mi mente todo el tiempo. No he dejado de pensar en lo que sentí desde que me quedé dormida.
– ¿Te quedaste dormida? – me preguntó sorprendida.
– Después de que tuvimos… eso, él me dijo que durmiera porque estaba muy cansada.
– ¿Él durmió?
– No.
– Bueno, vámonos. Tu madre ha de estar loca buscándote.
Corrimos de nuevo al ascensor y regresamos al salón. Una banda estaba tocando baladas y canciones de épocas pasadas. Halley se fue con George y yo me quedé sentada viendo lo hermosos que se veían todos con sus parejas. Tomé mi celular y vi un mensaje nuevo.
“De: Número desconocido. ¿Cómo te la estás pasando, preciosa? Espero que hayas aplicado lo que te enseñé”
Sonreí. Lo contesté.
“Para: Justin. Oh, olvidaba que ahora es mi tarea tener sexo con el que se me cruce. Vamos, estoy algo adolorida”
Pulsé el botón de enviar. Mi celular comenzó a vibrar. Salí del salón y contesté.
– ¿Hola? – contesté mientras me alejaba del ruido de la fiesta.
– ¿Cómo va tu fin de semana, preciosa? – su voz sonó algo ronca y provocadora. Era realmente excitante.
– Perfecto. ¿El tuyo?
– Ah, trabajo. Mucho – se quejó.
– ¿Cómo demonios conseguiste mi número?
– Antes de irme lo rebusqué en tu celular – soltó una risita.
– Oh – suspiré. – ¿Cuándo será la próxima clase? – pregunté.
– Uhm – se escuchó como hojeaba un cuaderno. – Tengo tiempo el jueves. ¿Quieres el jueves?
– Sí. Estaría bien el jueves. El martes salgo del colegio.
– Oh, cierto.
– Bueno, profe, tengo que irme – sonreí mientras jugueteaba con mis tacones.
– Espera alumna. ¿Dónde estás?
– Creí que las reglas eran importantes para ti.
– Solo por cuestiones de trabajo. Solo quiero saber qué haces. Estoy realmente aburrido, corazón – bostezó.
– Estoy en un baile – admití.
– Uhm. ¿Cómo estás vestida? – me preguntó interesado.
– Vestido rojo, realmente ajustado a mis muslos y a mi trasero. El abdomen que tanto te gusta se veía perfecto en el espejo, al igual que mi “busto de modelo” – me reí. Él también rio.
– Me encantaría ver como tus ojos aguamarina combinan con ese vestido. Oh, y tu trasero…
– ¡Justin! – grité sorprendida.
– ¿Qué preciosa?
– Eres todo un pervertido – gruñí.
– Me encantaría que esta clase fuera gratis para poder enseñarte el arte del sexo por teléfono – su voz sonó tan gruesa que me hizo estremecer.
– Estoy sintiendo algo extraño en mi entrada – admití asustada.
– Eso está bien.
– No lo creo – dije algo preocupada con la sensación nueva.
– Créeme que lo es. Estás excitada.
Abrí los ojos como platos. Lamí mis labios y me llevé mi mano a mi cintura.
– De verdad tengo que irme. Nos vemos el jueves, profe – dije provocativa.
– Ponte algo lindo ¿sí?
– Lo que diga profe.
Colgué y regresé a la fiesta. Dios mío. ¿Qué me había pasado?
Después de la fiesta, mis papás y yo regresamos a casa. Corrí a mi cuarto y entré a mi baño. Por primera vez en toda la noche admiré el trabajo de Kate y de Grace. Estaba realmente encantadora. Abrí la cámara de mi celular y me tomé una foto frente al espejo y otra con la cámara frontal.
Mis ojos estaban delineados con negro y sombreados con café y blanco. Mis labios remarcados por un tono rojo carmesí y mis cejas perfectamente delineadas. Mi peinado era alucinante. Kate me había decolorado las mechas y le daba un aspecto asombroso a la trenza. Me pregunto cuánto durará mi cabello así.
Tomé una toallita húmeda y empecé a arruinar el trabajo impresionante de Kate y de Grace. Lo extrañaría por siempre, pero ya me había tomado una foto para recordar lo hermosa que me veía esa noche. Cuando al fin estuve totalmente desmaquillada, me puse una playera de los Yankees de mi padre y unos bóxer para dormir.
Cepillé mi cabello y lo recogí en una coleta. Lavé mis dientes y me acosté en la cama. Tomé mi celular y le mandé la foto a mi profesor. Sonreí.
“¡Dios ______! Te ves realmente bien. Buen trabajo. Espero que las víctimas lo hayan disfrutado”, contestó. Reí y dormí. Ese profesor…
Novelas de Justin Bieber y tú
domingo, 12 de enero de 2014
Capitulo 7°
PRIMERA PARTE:
Al siguiente día, fui a visitar a mi madre al hospital. Era día de fiesta, el baile de navidad que se llevaba a cabo en el hospital con los trabajadores, los pacientes y toda la familia de los anteriores. Cuando llegué con mi mochila para después cambiarme y mi cabello completamente deshecho, mi madre me notó algo rara.
– ¿Qué te ha pasado, ______? – preguntó mientras acomodaba un par de papeles en la bandeja de registro.
– ¿Por qué lo dices?
– ¿Estás feliz o solo quieres irte de aquí? Te recuerdo que es el baile.
– Oh, vamos. Me siento de un ánimo estupendo – exclamé. - ¿No puedo sentirme así aunque sea una vez? – refunfuñé.
– Ajá, lo que digas.
Rodeé mis ojos, no quería discutir. Era un día perfecto, me sentía totalmente renovada, como una persona nueva. Estaba algo adolorida por la noche anterior, pero eso no quitaba lo entusiasta que estaba esa tarde. Empecé a tararear una cancioncilla que no sé de dónde vino, mientras le ayudaba a una de las enfermeras a acomodar unos papeles. Mi celular comenzó a vibrar y rápidamente atendí.
– ¿Diga?
– ¡______! – gritó la voz chillona de Halley.
– ¡Joder! – musité. – Me haz roto el tímpano, estúpida.
– Oh, discúlpame – susurró entre risas. – A que no adivinas la noticia que te tengo que dar.
– No tengo la más mínima idea de lo que me dirás.
– ¡George es mi novio! – gritó más que feliz.
Me hacía feliz el saber que Halley se había conseguido a alguien después de lo que le hizo Joe, pero no me gustaba saber que solo llevaban dos días de conocerse y ya eran novios.
– Ah – suspiré. – ¿No se te hace muy pronto para eso?
– ¿De qué hablas?
– Digo, la noche pasada te acostaste con él y ya hoy son novios.
– ¿Estás celosa porque yo sí puedo acostarme con quien quiera?
– Eh, no me mal entiendas – bufé. – Solo estaba diciendo que…
– Bah… Estás celosísima – canturreó.
– ¡No estoy celosa! Carajo Halley – grité. – Mira, haz lo que quieras, no quiero que te lastime, ¿de acuerdo?
– No lo hará… si alguien saliera lastimado, sería él.
– Pero tampoco lo lastimes.
– No lo haré.
Después de un rato platicando de la noche de Halley, tuve la necesidad de contarle de Justin.
– Halley… – dudé. – Ya tuve mi primera vez – dije entre dientes.
– ¿Qué? – exclamó sorprendida. – ¿Te han desvirgado y tuviste el descaro de no decirme?
– Lo siento – reí.
– Cuéntamelo todo – me pidió. Supe que estaba dando de brinquitos cuando se escuchó un golpe enorme por la bocina. – Estúpida pared – gruñó molesta.
– Ahora no puedo contártelo – reí.
– ¿Entonces cuando me lo contarás?
– ¿Puedes venir al hospital en la noche? Es el baile de navidad, me gustaría mucho contarte.
– Por supuesto, guapa. Nos vemos entonces. Ahora iré al supermercado a comprar un poco de elote para Frank. Ese estúpido cree que soy su criada.
Reí silenciosamente.
– Nos vemos luego, disfruta esos elotitos – jugué.
– Vale, te amo guapa. Nos vemos.
– Te amo. Chau.
Le mandé un beso por la bocina. Colgué y le sonreí tontamente al móvil. Mi amiga era la mejor de todas.
Unas horas después, mi madre me dijo que fuera con una de sus amigas a arreglarme para la noche. Su amiga, Grecia, me llevó a un cuarto donde todas nos vestiríamos. Aventé mi mochila al pequeño silloncito de la recamarita y me senté sin ganas en la camita. Mi cabello calló en delicados caireles frente a mi rostro y los soplé un poco para perder el tiempo.
Me levanté de la cama y abrí mi mochila, saqué el vestido rojo que había comprado para esta ocasión y los tacones negros con diamantitos. Me saqué la sudadera gris del pants junto con la blusa quedando solo con mi sostén rojo de encaje. Me miré al espejo así, casi desnuda. Mi abdomen se veía realmente bien. “No. Así te ves perfecta, me gusta mucho tu abdomen”, recordé la voz de Justin.
Sacudí mi cabeza y seguí desnudándome. Me quité los tenis, las calcetas y luego el pantalón del pants. Volví a mirarme el espejo, vi mi trasero redondo y paradito en el espejo y reí por lo bajo. Me admiré un par de segundos más y notaba algo diferente en mí. No podía saber qué era, pero había algo diferente en mi aspecto físico.
Regresé mis pensamientos a mi vestuario de noche y empecé a ponerlo en su lugar. No estaba muy conforme con mi estatura sin tacones, pero me sentía totalmente sexi con ese vestido rojo que se moldeaba a mis piernas y a mis nalgas de una manera realmente provocadora.
Me puse mis tacones y salí de la recamara para encontrarme con Grecia.
– ¿Me queda bien? – le pregunté mientras me daba una vuelta.
– ¡Dios mío ______! – exclamó. Se llevó una mano a la boca debido a la sorpresa. – ¡Te ves hermosa!
Sentí como el color subía a mis mejillas.
– Gracias – reí.
– Ahora ven, vamos a ponerte todavía más hermosa.
Caminamos hacia el baño. Ya había dos chicas esperándome. Grace iba a maquillarme y Kate iba a peinarme. Grace miró mi rostro viendo cómo maquillarme mientras Kate tomaba una plancha y empezaba a hacer magia.
– Cierra los ojos. Si quieres duérmete un rato.
Cuando ambas terminaron me hicieron abrir los ojos, pero no pude verme. No querían que me viera aún, sino hasta el baile. Me sentía un poco insegura al principio ya que no sabía qué aspecto tenía, solo sabía que mi cabello estaba recogido en una hermosa trenza y un tanto decorado.
Corrí a la recámara donde me había cambiado para tomar mis cosas y llevarlas al locker de mi madre. Las guardé y tomé mi celular. 3 mensajes nuevos.
“De: Halley. ¡Tía, llevaré a George al baile! Espero no tengas problemas, te amo guapa. :*”
“De: Papá. Dile a tu madre que llego un poco tarde. Ya espero verlas mis princesas”
Deslicé mi dedo más abajo. Era un número desconocido.
“De: Número desconocido. Espero verte pronto para tu próxima lección, preciosa. Pásala bien”
Justin.
lunes, 23 de diciembre de 2013
Hi shawty!!
Como estan shawtys??, espero que bien, porque yo estoy de maravilla, amo la novela que estoy leyendo y estoy subiendo a mi paguina, "Sex instructor", todavia no la terminan pero tenemos para rato para seguir leyendo porque tenemos muchos capitulos por subir, espero que les guste y las adoro pansitos de Bieber espero que les valla bien y sigan leyendo mi pagina!!
Capitulo 6°
MARATÓN 4/4:
Justin tomó mi mano y me giró para que me fuera de nuevo a la sala. Le guiñé un ojo y empecé con la acción.
Trátalo cómo un amigo, no como tu perro, recordé las palabras de mi madre cuando me enseñó a ligar con chicos.
– ¡Ah! ¡Carajo! – gruñí.
– ¿Estás bien? – sentí las manos de Justin tocar mi espalda baja, acariciándola e intentando ayudarme. – ¿Qué te ha pasado?
– Ah, nada, no te preocupes, pero gracias por ayudarme – me solté de su agarre.
Solté un grito cuando recargué el pie en el piso. Todo parte de mi plan.
– Parece que no es nada bueno – arrugó la nariz.
– No te preocupes, estoy bien – le aseguré.
– Déjame llevarte al médico, puede ser algo serio.
– No es necesario, de verdad – toqué su hombro y le guiñé un ojo. Se lo había creído todo. – ¿A quién agradezco? – le pregunte con voz tentadora.
– Justin Bieber.
– Muchas gracias, Justin. Solo, quiero pedirte un favor más… ¿puedes llevarme a mi recámara? No creo poder subir esa cantidad de escalones yo sola.
Ladeó la cabeza y sonrió.
– Por supuesto.
Puse mi brazo alrededor de su cuello. Me levantó entre sus brazos y me apretó fuerte contra su pecho. Caminó conmigo entre sus brazos hasta subir las escaleras. Me bajó cuando la puerta de mi recamara se interpuso en mi camino.
– Sana y salva…
– ______ Wilde – le sonreí y toqué “sin querer” su pecho bajando hasta su abdomen.
– Ahm – bajó la mirada a mi mano, que estaba justo por debajo de la hebilla de su cinturón. – Me dio… mucho gusto… conocerte – dijo entrecortado. Baje un poco más la mano, justo encima de ese precioso bulto.
Suspiró.
– ¿Estaría mal besarte? – le pregunté.
Alzó la mirada y besó mis labios apasionadamente. Seguí el beso y empecé a acariciar su miembro. Sus manos fueron a mis senos. Las aparté y me alejé de él.
– ¡Hey! ¿Qué pasa? – reclamó.
– Enséñame a seducir aún mejor – le pedí. Hice un puchero con mis labios y sonreí.
– ¿Me vas a dejar con las ganas?
– Enséñame y te hago hacer conmigo lo que desees la próxima clase.
– ¿Lo que deseé?
– Así es – asentí. Me di vuelta y paré el trasero. Bajé las escaleras esperando que me siguiera.
Sentí su agarre por detrás, pegando sus muslos contra mi trasero. Solté un suspiro y forcejeé para zafarme de sus brazos. Puso su mano alrededor de mi cintura y la deslizó dentro de mi pantalón hasta llegar a mi parte femenina. Recorrió mi braga a un lado y empezó a acariciar mi clítoris. Sentí como mi feminidad se calentaba y se mojaba. Besó mi mejilla y mi cuello al mismo tiempo que su dedo medio empezó a meterse ahí debajo.
– Oh… Justin – gemí.
Justin jadeó y empezó a balbucear en mi oído. Tomé una bocanada de aire e intenté con todas mis fuerzas no gritar.
– Estás muy mojada, preciosa – gruñó entre dientes.
Sacó su mano y los lamió, probando mis líquidos.
– Me has dejado con las ganas – dije entrecortada, casi jadeando.
– Me has hecho lo mismo dulzura. Eso no se lo puedes hacer a Justin Bieber – tocó mi mentón y sonrió. Plantó un beso en la comisura de mis labios y bajó las escaleras. – Te voy a enseñar a seducir a un hombre de manera vulgar, sutil y refinada. Con éstos consejos podrás tener en tu cama desde un albañil hasta el hombre más rico del planeta.
– Bien. Enséñame.
– Primer paso: vístete atrevida, pero nunca de una manera vulgar. Ponte un vestido que te llegue una pulgada debajo de medio muslo. Eso hará que los hombres, en el momento de tener contacto físico, quieran subir esa faldita y empezar a tocarte. Nos gustan mucho las mujeres que dejan ver solo algunas partes de su cuerpo, nos gusta descubrir, nunca te pongas un vestido que tenga tres escotes; el de la espalda, el del pecho y el del abdomen. Eso es escandaloso. No eres una puta, eres una provocadora. Busca algo que te quede ajustado del trasero y de las piernas, es la parte favorita de todo hombre, aparte del busto y los labios.
– Tendré que anotarlo.
– No te preocupes, con la práctica no necesitarás recordarlo, solo saberlo.
– ¿Segundo paso?
– No seas la primera en buscarlo. Así como hiciste con el “accidente”, haz que él vaya a ti. Si estás fuera de tu colegio, chupa una paleta, muéstrale que tus labios son sensibles y sus movimientos harán que lo lleves al éxtasis. Mueve tu cabello o haz algo que lo provoque, que haga que tenga la necesidad de ir hacia ti. ¿Me entiendes?
Asentí. Escuché cada una de las palabras que Justin me decía. Veía cómo movía sus labios, esos bonitos labios.
– Tercer paso: contacto físico. Tócalo cómo lo hiciste conmigo, pero jamás empieces a acariciar a su amiguito muy deprisa, hazlo con delicadeza. No nos gusta que nos presionen… Haz que el hombre se sienta con confianza de pedirte ir a un cuarto. Ve lento y hazlo pedir por más. Siéntete deseada y hazte desear, eso hace que el sexo sea un arte.
Un arte. Y definitivamente comenzaba a serlo. Justin empezaba a enseñarme táctica para atraer a los hombres, y apuesto que me enseñaría nuevas formas de placer. Me siento toda una profesional, y hace solo unas horas dejé de ser virgen.
-----------------------------------------------------------
Esl ultimo capitulo de la maraton espero les alla gustado, este es su regalo de navidad adelantada, ya que despues no podre subir porque estare sin internet porque me ire de viaje, espero que enserio les alla gustado y antes de ireme subire todo lo que pueda!!! las amo lectoras, cuidence!!!
Justin tomó mi mano y me giró para que me fuera de nuevo a la sala. Le guiñé un ojo y empecé con la acción.
Trátalo cómo un amigo, no como tu perro, recordé las palabras de mi madre cuando me enseñó a ligar con chicos.
– ¡Ah! ¡Carajo! – gruñí.
– ¿Estás bien? – sentí las manos de Justin tocar mi espalda baja, acariciándola e intentando ayudarme. – ¿Qué te ha pasado?
– Ah, nada, no te preocupes, pero gracias por ayudarme – me solté de su agarre.
Solté un grito cuando recargué el pie en el piso. Todo parte de mi plan.
– Parece que no es nada bueno – arrugó la nariz.
– No te preocupes, estoy bien – le aseguré.
– Déjame llevarte al médico, puede ser algo serio.
– No es necesario, de verdad – toqué su hombro y le guiñé un ojo. Se lo había creído todo. – ¿A quién agradezco? – le pregunte con voz tentadora.
– Justin Bieber.
– Muchas gracias, Justin. Solo, quiero pedirte un favor más… ¿puedes llevarme a mi recámara? No creo poder subir esa cantidad de escalones yo sola.
Ladeó la cabeza y sonrió.
– Por supuesto.
Puse mi brazo alrededor de su cuello. Me levantó entre sus brazos y me apretó fuerte contra su pecho. Caminó conmigo entre sus brazos hasta subir las escaleras. Me bajó cuando la puerta de mi recamara se interpuso en mi camino.
– Sana y salva…
– ______ Wilde – le sonreí y toqué “sin querer” su pecho bajando hasta su abdomen.
– Ahm – bajó la mirada a mi mano, que estaba justo por debajo de la hebilla de su cinturón. – Me dio… mucho gusto… conocerte – dijo entrecortado. Baje un poco más la mano, justo encima de ese precioso bulto.
Suspiró.
– ¿Estaría mal besarte? – le pregunté.
Alzó la mirada y besó mis labios apasionadamente. Seguí el beso y empecé a acariciar su miembro. Sus manos fueron a mis senos. Las aparté y me alejé de él.
– ¡Hey! ¿Qué pasa? – reclamó.
– Enséñame a seducir aún mejor – le pedí. Hice un puchero con mis labios y sonreí.
– ¿Me vas a dejar con las ganas?
– Enséñame y te hago hacer conmigo lo que desees la próxima clase.
– ¿Lo que deseé?
– Así es – asentí. Me di vuelta y paré el trasero. Bajé las escaleras esperando que me siguiera.
Sentí su agarre por detrás, pegando sus muslos contra mi trasero. Solté un suspiro y forcejeé para zafarme de sus brazos. Puso su mano alrededor de mi cintura y la deslizó dentro de mi pantalón hasta llegar a mi parte femenina. Recorrió mi braga a un lado y empezó a acariciar mi clítoris. Sentí como mi feminidad se calentaba y se mojaba. Besó mi mejilla y mi cuello al mismo tiempo que su dedo medio empezó a meterse ahí debajo.
– Oh… Justin – gemí.
Justin jadeó y empezó a balbucear en mi oído. Tomé una bocanada de aire e intenté con todas mis fuerzas no gritar.
– Estás muy mojada, preciosa – gruñó entre dientes.
Sacó su mano y los lamió, probando mis líquidos.
– Me has dejado con las ganas – dije entrecortada, casi jadeando.
– Me has hecho lo mismo dulzura. Eso no se lo puedes hacer a Justin Bieber – tocó mi mentón y sonrió. Plantó un beso en la comisura de mis labios y bajó las escaleras. – Te voy a enseñar a seducir a un hombre de manera vulgar, sutil y refinada. Con éstos consejos podrás tener en tu cama desde un albañil hasta el hombre más rico del planeta.
– Bien. Enséñame.
– Primer paso: vístete atrevida, pero nunca de una manera vulgar. Ponte un vestido que te llegue una pulgada debajo de medio muslo. Eso hará que los hombres, en el momento de tener contacto físico, quieran subir esa faldita y empezar a tocarte. Nos gustan mucho las mujeres que dejan ver solo algunas partes de su cuerpo, nos gusta descubrir, nunca te pongas un vestido que tenga tres escotes; el de la espalda, el del pecho y el del abdomen. Eso es escandaloso. No eres una puta, eres una provocadora. Busca algo que te quede ajustado del trasero y de las piernas, es la parte favorita de todo hombre, aparte del busto y los labios.
– Tendré que anotarlo.
– No te preocupes, con la práctica no necesitarás recordarlo, solo saberlo.
– ¿Segundo paso?
– No seas la primera en buscarlo. Así como hiciste con el “accidente”, haz que él vaya a ti. Si estás fuera de tu colegio, chupa una paleta, muéstrale que tus labios son sensibles y sus movimientos harán que lo lleves al éxtasis. Mueve tu cabello o haz algo que lo provoque, que haga que tenga la necesidad de ir hacia ti. ¿Me entiendes?
Asentí. Escuché cada una de las palabras que Justin me decía. Veía cómo movía sus labios, esos bonitos labios.
– Tercer paso: contacto físico. Tócalo cómo lo hiciste conmigo, pero jamás empieces a acariciar a su amiguito muy deprisa, hazlo con delicadeza. No nos gusta que nos presionen… Haz que el hombre se sienta con confianza de pedirte ir a un cuarto. Ve lento y hazlo pedir por más. Siéntete deseada y hazte desear, eso hace que el sexo sea un arte.
Un arte. Y definitivamente comenzaba a serlo. Justin empezaba a enseñarme táctica para atraer a los hombres, y apuesto que me enseñaría nuevas formas de placer. Me siento toda una profesional, y hace solo unas horas dejé de ser virgen.
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Esl ultimo capitulo de la maraton espero les alla gustado, este es su regalo de navidad adelantada, ya que despues no podre subir porque estare sin internet porque me ire de viaje, espero que enserio les alla gustado y antes de ireme subire todo lo que pueda!!! las amo lectoras, cuidence!!!
Capitulo 5°
MARATÓN 3/4:
– Espera – me dijo mientras su pene se separaba de mi feminidad. Corrió hacía el montón de ropa que estaba en la esquina del cuarto y metió su mano al pantalón. Sacó un plástico en forma de cuadrado: un condón. Lo sacó cuidadosamente y lo puso a lo largo de esa bonita erección. – Listo – dijo mientras se dirigía hacia mí con sigilo.
Volvió a ponerse encima de mí y beso la línea delgada de mis labios, los lamió y los mordió. Cerré mis ojos. Solo quería sentir.
Su mano se posó en mi espalda baja. Empujó mi coxis hacia él y sus labios bajaron para besar mi cuello lentamente. Sus movimientos eran delicados, realmente llenos de cariño. Aunque él no sintiera nada de eso, podía sentir la intención de cada una de sus caricias. Quería que fuera especial, me quería complacer.
Sentí su masculinidad tocando mi feminidad. Y entró, se metió en mí lentamente. Sacó un suspiro justo cuando por fin pudo meterlo todo. Apreté mis párpados, dolía mucho. Suspiré. Justin puso su mano en mi cabello y comenzó a acariciarlo.
– ¿Te duele mucho? – me preguntó mientras besaba uno de mis párpados. Abrí los ojos y vi una mirada de ternura en sus ojos.
– No, solo un poco – admití.
– Lo haré lento, no quiero que te atormentes.
Volví a cerrar los ojos y sentí como empezó a sacar su miembro y meterlo de nuevo lentamente.
El dolor me hizo apretar el antebrazo de Justin, él besó mis labios dulcemente y volvió a hacer lo mismo una y otra vez hasta que la entrada y la salida fueron más fáciles. Mi parte femenina ya no sufría tanto como antes. Una parte de mi cuerpo empezó a sentir una descarga eléctrica, tenía la necesidad de hacer que Justin lo hiciera más rápido y más duro, lo necesitaba. Abrí mis ojos y vi los gestos retorcidos de mi profesor.
– Más rápido.
– Oh, ya quería que lo pidieras – gruñó.
Se inclinó aún más a mí y empezó a hacer sus movimientos rápidos y bruscos. Sentí cómo su miembro se puso duro y caliente dentro de mí. Posó sus manos en mis muslos y fue más al fondo. Mi espalda se arqueó y solté un grito.
– ¿Estás bien? – preguntó Justin preocupado.
– Siento… que… ¡Dios mío!... ¿Qué, qué es esto? – pregunté asustada ante la sensación que sentía en todo mi cuerpo.
Empecé a temblar. Justin sonrió de lado y jadeó mientras seguía el ritmo de sus movimientos sin detenerse. Gritó junto conmigo y dejó caer su cuerpo sobre el mío.
– Se llama orgasmo – susurró recuperando la compostura. – Pasa después de que el cuerpo se ha extasiado completamente. Casi nunca hay orgasmos compartidos – sonrió y sacó su miembro de mi feminidad. La acarició con sus dedos haciendo que me estremeciera.
– ¿Acabamos de compartir un orgasmo? – suspiré. Me llevé mis manos a la frente secando el rastro de sudor que había en ésta.
– Así es. Ahora, recuéstate – me dijo mientras le daba palmaditas al lugar vacío de la cama, a un lado suyo.
Me recosté en el espacio vacío junto a él, me besó e hizo que pusiera mi cabeza en su regazo.
– Estuviste increíble – soltó.
– Estoy cansada.
– Duerme.
– ¿Te irás? – pregunté somnolienta.
– No. Cuando despiertes seguiré aquí. Me aseguraré de que descanses un poco. Tenemos que enseñarte otras tácticas – me guiñó un ojo.
Le sonreí y cerré mis ojos. Caí en la inconciencia rápidamente.
Desperté y sentí el brazo fornido de Justin rodeando mi espalda. Levanté el rostro. Estaba viendo su celular.
– Buen día – dijo entre dientes.
– Buen… – me levanté rápidamente, dirigí mi mirada al despertador. 23:54. – Tonto.
– Era una broma, preciosa. Pensé que por ser más joven lo entenderías.
Bloqueó su celular y lo depositó en el buró.
– ¿Lista para tu primera clase? – preguntó casi entusiasmado.
– ¿De qué hablas?
– Te voy a enseñar unas cuantas cosas del sexo.
– ¿Hoy? – pregunté confundida.
– Pues, ya estamos aquí – vaciló.
Me separé de él y asentí. Sonrió de lado y me miró los senos.
– ¿Haces ejercicio?
– ¿Por qué la pregunta? – enarqué una ceja y me acerqué a él.
– Es que tienes un cuerpo realmente tentador. Si no supiera tu edad, juraría que tienes unos 22 – regresó su mirada a mi rostro y tocó mi muslo. – Voy a enseñarte a seducir a un hombre y llevarlo a la cama. Necesito que te vistas – me ordenó.
– ¿Vestirme?
– No querrás saber lo que haría si sigo viéndote desnuda – musitó.
Solté una risita y me levanté de la cama para ponerme mi ropa de nuevo. Justin hizo lo mismo. Cuando estuvimos listos bajó las escaleras y se adentró en la cocina.
– Bien, ¿sabes actuar?
– Tomé unas cuantas clases en séptimo grado – recordé.
– Perfecto. Yo me sentaré aquí y tú te quedarás en la sala. Intenta convencerme que quieres hacerme un oral.
– ¿Qué? – exclamé.
– Escuchaste bien. Ahora, muévete.
Sacudió su mano para que me fuera a la sala. Me senté y él comenzó a sacar un jugo de mi refrigerador. Crucé mis piernas y suspiré cansada. Tomé la revista que estaba en la mesa de centro y empecé a hojear. Miré de reojo a Justin, estaba de nuevo en su celular. Lamí mis labios y lo miré de arriba abajo tentadora. Cerré la revista y la dejé en su lugar. Me levanté decidida. Solté mi cabello y dejé que su perfume se fuera impregnando en el aire.
– Disculpa – tosí. Justin siguió mirando su celular. – ¿Puedo sentarme?
– Ah, ajá – dijo desinteresado.
– ¿Dónde conseguiste ese cinturón?
– Oh, en una tienda.
– No he podido dejar de observar la hebilla, se ve tan… gruesa – le sonreí provocadora cuando al fin pude hacer que me mirara.
– ¡Aburrido! Cualquier otro hombre te hubiera dicho: nena, por favor, ve a tomar tu leche y vete a dormir. No molestes – dijo seco.
– Pero…
– Tus palabras tienen que ser la carnada: tentadoras, provocadoras, no aburridas y agobiantes – guardó su celular en el bolsillo del traje y tomó de su jugo.
– ¿Qué digo?
– Siéntate. Ahora yo te provocaré a ti.
Tomó otro sorbo de su jugo y se fue a la sala. Mientras, yo me senté y le robe un poco de jugo. Me quedé mirando el líquido naranja, con cada giro que le daba al vaso, dejaba un rastro de su pulpa y volvía a bajar.
– Te he estado observando, eso que haces… lo del vaso, ¿tiene que ver con algo psicológico o solo necesitas un poco de compañía? – alcé la vista. Estaba mirando mis labios. Provocándome.
– Me gusta la soledad.
– ¡A mí también! Podríamos compartir esa soledad juntos – le sonreí. De verdad sabía lo que hacía. – Justin Bieber – extendió su mano y la entrelazó con la mía.
– ______ Wilde – tomó mi mano y me dedicó una sonrisa preciosa. Se sentó en la silla frente a mí y comenzó a hablar.
– Tienes unos ojos preciosos – suspiró.
– Gracias. Los tuyos también son lindos.
– Pero me gusta más tu pantalón. Se ajusta perfectamente a tus piernas, es imposible no mirarte.
Sentí la como mi sangre bombeaba más aprisa.
– No te ofendas, pero, quien sea el afortunado debería cuidarte.
– ¿Por qué lo dices? – hice una mueca.
– Si no fuera por mi reputación, te hubiera llevado a mi cama desde el instante en el que te vi entrar.
– ¿Ah sí? – me acerqué a él. Sentí su respiración chocar con mis mejillas.
– Lo haría ahora mismo, solo si tu quisieras.
– ¿Qué pasa si digo que no?
– Vamos ______, ninguna chica se resistiría a ir a la cama conmigo.
Se acercó a un más a mí. Respiré su aliento fresco y dulce.
– Mi turno.
Ahora sí lo haría caer. Tenía la técnica perfecta: contacto físico.
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Este el quinto capitulo espero les alla gustado y las amo lectoras!!!
– Espera – me dijo mientras su pene se separaba de mi feminidad. Corrió hacía el montón de ropa que estaba en la esquina del cuarto y metió su mano al pantalón. Sacó un plástico en forma de cuadrado: un condón. Lo sacó cuidadosamente y lo puso a lo largo de esa bonita erección. – Listo – dijo mientras se dirigía hacia mí con sigilo.
Volvió a ponerse encima de mí y beso la línea delgada de mis labios, los lamió y los mordió. Cerré mis ojos. Solo quería sentir.
Su mano se posó en mi espalda baja. Empujó mi coxis hacia él y sus labios bajaron para besar mi cuello lentamente. Sus movimientos eran delicados, realmente llenos de cariño. Aunque él no sintiera nada de eso, podía sentir la intención de cada una de sus caricias. Quería que fuera especial, me quería complacer.
Sentí su masculinidad tocando mi feminidad. Y entró, se metió en mí lentamente. Sacó un suspiro justo cuando por fin pudo meterlo todo. Apreté mis párpados, dolía mucho. Suspiré. Justin puso su mano en mi cabello y comenzó a acariciarlo.
– ¿Te duele mucho? – me preguntó mientras besaba uno de mis párpados. Abrí los ojos y vi una mirada de ternura en sus ojos.
– No, solo un poco – admití.
– Lo haré lento, no quiero que te atormentes.
Volví a cerrar los ojos y sentí como empezó a sacar su miembro y meterlo de nuevo lentamente.
El dolor me hizo apretar el antebrazo de Justin, él besó mis labios dulcemente y volvió a hacer lo mismo una y otra vez hasta que la entrada y la salida fueron más fáciles. Mi parte femenina ya no sufría tanto como antes. Una parte de mi cuerpo empezó a sentir una descarga eléctrica, tenía la necesidad de hacer que Justin lo hiciera más rápido y más duro, lo necesitaba. Abrí mis ojos y vi los gestos retorcidos de mi profesor.
– Más rápido.
– Oh, ya quería que lo pidieras – gruñó.
Se inclinó aún más a mí y empezó a hacer sus movimientos rápidos y bruscos. Sentí cómo su miembro se puso duro y caliente dentro de mí. Posó sus manos en mis muslos y fue más al fondo. Mi espalda se arqueó y solté un grito.
– ¿Estás bien? – preguntó Justin preocupado.
– Siento… que… ¡Dios mío!... ¿Qué, qué es esto? – pregunté asustada ante la sensación que sentía en todo mi cuerpo.
Empecé a temblar. Justin sonrió de lado y jadeó mientras seguía el ritmo de sus movimientos sin detenerse. Gritó junto conmigo y dejó caer su cuerpo sobre el mío.
– Se llama orgasmo – susurró recuperando la compostura. – Pasa después de que el cuerpo se ha extasiado completamente. Casi nunca hay orgasmos compartidos – sonrió y sacó su miembro de mi feminidad. La acarició con sus dedos haciendo que me estremeciera.
– ¿Acabamos de compartir un orgasmo? – suspiré. Me llevé mis manos a la frente secando el rastro de sudor que había en ésta.
– Así es. Ahora, recuéstate – me dijo mientras le daba palmaditas al lugar vacío de la cama, a un lado suyo.
Me recosté en el espacio vacío junto a él, me besó e hizo que pusiera mi cabeza en su regazo.
– Estuviste increíble – soltó.
– Estoy cansada.
– Duerme.
– ¿Te irás? – pregunté somnolienta.
– No. Cuando despiertes seguiré aquí. Me aseguraré de que descanses un poco. Tenemos que enseñarte otras tácticas – me guiñó un ojo.
Le sonreí y cerré mis ojos. Caí en la inconciencia rápidamente.
Desperté y sentí el brazo fornido de Justin rodeando mi espalda. Levanté el rostro. Estaba viendo su celular.
– Buen día – dijo entre dientes.
– Buen… – me levanté rápidamente, dirigí mi mirada al despertador. 23:54. – Tonto.
– Era una broma, preciosa. Pensé que por ser más joven lo entenderías.
Bloqueó su celular y lo depositó en el buró.
– ¿Lista para tu primera clase? – preguntó casi entusiasmado.
– ¿De qué hablas?
– Te voy a enseñar unas cuantas cosas del sexo.
– ¿Hoy? – pregunté confundida.
– Pues, ya estamos aquí – vaciló.
Me separé de él y asentí. Sonrió de lado y me miró los senos.
– ¿Haces ejercicio?
– ¿Por qué la pregunta? – enarqué una ceja y me acerqué a él.
– Es que tienes un cuerpo realmente tentador. Si no supiera tu edad, juraría que tienes unos 22 – regresó su mirada a mi rostro y tocó mi muslo. – Voy a enseñarte a seducir a un hombre y llevarlo a la cama. Necesito que te vistas – me ordenó.
– ¿Vestirme?
– No querrás saber lo que haría si sigo viéndote desnuda – musitó.
Solté una risita y me levanté de la cama para ponerme mi ropa de nuevo. Justin hizo lo mismo. Cuando estuvimos listos bajó las escaleras y se adentró en la cocina.
– Bien, ¿sabes actuar?
– Tomé unas cuantas clases en séptimo grado – recordé.
– Perfecto. Yo me sentaré aquí y tú te quedarás en la sala. Intenta convencerme que quieres hacerme un oral.
– ¿Qué? – exclamé.
– Escuchaste bien. Ahora, muévete.
Sacudió su mano para que me fuera a la sala. Me senté y él comenzó a sacar un jugo de mi refrigerador. Crucé mis piernas y suspiré cansada. Tomé la revista que estaba en la mesa de centro y empecé a hojear. Miré de reojo a Justin, estaba de nuevo en su celular. Lamí mis labios y lo miré de arriba abajo tentadora. Cerré la revista y la dejé en su lugar. Me levanté decidida. Solté mi cabello y dejé que su perfume se fuera impregnando en el aire.
– Disculpa – tosí. Justin siguió mirando su celular. – ¿Puedo sentarme?
– Ah, ajá – dijo desinteresado.
– ¿Dónde conseguiste ese cinturón?
– Oh, en una tienda.
– No he podido dejar de observar la hebilla, se ve tan… gruesa – le sonreí provocadora cuando al fin pude hacer que me mirara.
– ¡Aburrido! Cualquier otro hombre te hubiera dicho: nena, por favor, ve a tomar tu leche y vete a dormir. No molestes – dijo seco.
– Pero…
– Tus palabras tienen que ser la carnada: tentadoras, provocadoras, no aburridas y agobiantes – guardó su celular en el bolsillo del traje y tomó de su jugo.
– ¿Qué digo?
– Siéntate. Ahora yo te provocaré a ti.
Tomó otro sorbo de su jugo y se fue a la sala. Mientras, yo me senté y le robe un poco de jugo. Me quedé mirando el líquido naranja, con cada giro que le daba al vaso, dejaba un rastro de su pulpa y volvía a bajar.
– Te he estado observando, eso que haces… lo del vaso, ¿tiene que ver con algo psicológico o solo necesitas un poco de compañía? – alcé la vista. Estaba mirando mis labios. Provocándome.
– Me gusta la soledad.
– ¡A mí también! Podríamos compartir esa soledad juntos – le sonreí. De verdad sabía lo que hacía. – Justin Bieber – extendió su mano y la entrelazó con la mía.
– ______ Wilde – tomó mi mano y me dedicó una sonrisa preciosa. Se sentó en la silla frente a mí y comenzó a hablar.
– Tienes unos ojos preciosos – suspiró.
– Gracias. Los tuyos también son lindos.
– Pero me gusta más tu pantalón. Se ajusta perfectamente a tus piernas, es imposible no mirarte.
Sentí la como mi sangre bombeaba más aprisa.
– No te ofendas, pero, quien sea el afortunado debería cuidarte.
– ¿Por qué lo dices? – hice una mueca.
– Si no fuera por mi reputación, te hubiera llevado a mi cama desde el instante en el que te vi entrar.
– ¿Ah sí? – me acerqué a él. Sentí su respiración chocar con mis mejillas.
– Lo haría ahora mismo, solo si tu quisieras.
– ¿Qué pasa si digo que no?
– Vamos ______, ninguna chica se resistiría a ir a la cama conmigo.
Se acercó a un más a mí. Respiré su aliento fresco y dulce.
– Mi turno.
Ahora sí lo haría caer. Tenía la técnica perfecta: contacto físico.
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Este el quinto capitulo espero les alla gustado y las amo lectoras!!!
Capitulo 4°
MARATÓN 2/4:
- Nunca tengo sexo aquí - dijo. - Tú decide. Tu primera vez tiene que ser especial e inolvidable.
- Tengo un lugar especial - susurré recordando el jardinsito donde había tenido mi primer beso, había leído mi primer novela y había imaginado mi casamiento un millón de veces. - Es un jardín.
- ¿Dónde?
- En mi casa.
- Okey. ¿Tienes auto?
- Sí ¿por?
- Me iré contigo - dijo mientras tomaba una carpeta y su saco.
- Ahm...
- Regla número dos; no puedes saber cosas de mí ni yo de tí. Me llevarás a tu casa pero con los ojos vendados, así no sabré a dónde vamos - me dijo mientras sacaba una corbata y me la daba.
- Esta bien - tomé la corbata y la metí en mi bolsillo.
Salimos de la "tienda". Justin cerró con llave y me siguió hasta el auto.
- Es éste - le dije mientras señalaba el mercedes negro de mi madre.
- ¿Dónde puedo poner mis cosas? - me preguntó mientras alzaba su saco y su carpeta negra.
- Oh, déjala en el asiento de atrás.
Tomó sus cosas y las puso donde le dije. Abrió la puerta del copiloto y se metió en el auto. Corrí hacia la puerta del piloto y me metí tambien.
- Bien - suspiré. - Date vuelta - le pedí. Se dió vuelta y puse la corbata cubriendo sus ojos. Regresó a su posisión normal y arranqué para irnos a casa.
Cuando llegamos, tomé a Justin del brazo y nos metimos a la casa por la parte trasera que daba al jardín donde estaba la piscina. Lo llevé hasta el jardinsito donde tendríamos nuestra noche especial. Aún tenía el puente de flores y hojas que había hecho con mi madre unos años atrás. Lo contemplé unos segundos. Ví la serie de luces que estaba colgada en el puente y lo conecté. La luz me cegó un poco. Enarqué la ceja y me puse frente a Justin.
Miré sus labios, llenos y perfectos. Quería besarlo. Devorar su boca y lamer su lengua. Le quité la corbata de los ojos y dejé que me mirara.
Vió directamente a mis ojos y me sonrió.
- Lindo - dijo mientras le daba una ojeada al lugar. Se quitó su saco y jaló de su cabello. - Entonces... ¿Vas a traer sabanas o algo? - me pregunto mirando el suelo enlodado.
- Era lo que estaba pensando. Creo que será mejor que entremos - le dije mientras me dirigía al arco y apagaba las luces.
- No, enciéndelas - me pidió. Se acercó a mí y rozó su piel con la mía, provocando una sensación de calor inmensa. Tomó el cable de mi mano y volvió a conectarlo.
La luz se reflejó en su cabello dorado, dándole un aspecto mas formal y delicado a su rostro. Me tomó de la mano y me acercó a él.
- ¿Tienes algún radio o unas bocinas? - me preguntó.
- Lamentablemente todas murieron en la parrillada del 4 de Julio - reí entre dientes. Soltó una risita y movió la cabeza.
- Entonces... ¿Cantas? - me preguntó. Negué con mi cabeza. - Yo si. ¿Te molestaría si canto? - moví mi cabeza para que se animara a empezar. - Quiero que sea un momento realmente especial para tí. Tampoco quiero que te enamores, sino que desees más el sexo despues de ésto.
Tomó aire y tomó de mi cintura haciendo que mi cuerpo chocara con el suyo dulcemente. Empezó a cantar una melodía perfecta. Era lenta y suave. Sus pies hicieron que los míos se movieran al compás de la canción. Estabamos bailando. Estabamos en mi lugar favorito en el mundo, bailando. Estaba adorando realmente este momento. Recargué mi cabeza en su hombro sin alcanzarlo totalmente. Él puso su mandíbula al raz de mi cabeza y siguió el compás.
El aire se colaba entre nuestros cuerpos y me hacía estremecer de vez en cuando. Castañeé un poco y sentí cómo su mano bajaba un poco más allá de mi cintura. Mis brazos subieron a su cuello abrazándolo al fin. Él abrazó mi cintura con sus fornidos brazos y su rostro quedó a pocos centímetros del mío. Su respiración era constante y regular, la mía era irregular e inconstante. Su mano derecha viajó hasta mi cuello tocando y acariciando mi mandíbula, acercándome más aún a su rostro.
Sentí su piel tocar la mía, su aroma penetrando mis poros y mis fosas nasales. Era perfecto.
Sus labios envolvieron los míos en un beso tenue y delicado. Los movió constantemente hasta hacerme querer más de sus labios. Deseaba el contacto de su piel con la mía. Me tomó de lacintura y plantó un beso delicado en mi mejilla.
- Quítate la blusa - me ordenó en un susurro. Inmediatamente la fuí quitando lentamente. Cuando al fin la quité por completo la aventé a una esquina del jardinsito.
Justin miró directamente a mis pechos y lamió sus labios. Se acercó y con la llema de su dedo tocó la piel de mi abdomen. Mi piel se erizó ante el contacto de su piel con la mía. Justin sonrió al ver la reacción de mi cuerpo ante esa simple acción.
- ¿Te lo quitas o te lo quito? - dijo pegando sus labios a mi lóbulo. Sentí su mano en el broche de mi sostén. Abrí mis ojos como platos.
- Mejor... vamos... vamos al cuarto - le dije mientras tomaba sus brazos y separaba sus manos de mi cintura.
- Está bien.
Estaba a punto de ponerme la blusa cuando Justin me la quitó de las manos.
- No. Así te ves perfecta, me gusta mucho tu abdomen - me dijo mientras se mordía el labio inferior.
Corrimos hasta la puerta de la casa. Saqué la llave de mi pantalón. Metí la llave en la cerradura. De repente sentí los labios suaves de Justin en mi hombro. Bajó sus manos a mi trasero y lo sobó. Cerré mis ojos y disfruté de la nueva sensación que me causaba eso.
Abrí la puerta y entramos. Justin seguía apachurrando y sobando mi trasero. Se sentía delicioso.
- ¡Dios! Tienes un trasero realmente perfecto - gruñó. Me di vuelta y tomé su rostro entre mis manos. Lo acerqué a mí y lo besé. Correspondió el beso de una manera voráz. Mordía mis labios y metía su lengua ferózmente. Me cargó haciendo que mis piernas rodearan su cintura. Sentí un bulto en mi parte femenina. Me separé de él cuando escuché su risa perfecta.
- Tranquila, es normal. Me tienes muy excitado.
Sentí como el color subió a mis mejillas. Justin alzó su rostro y me dió un beso delicado en los labios.
- Vamos a tu cuarto - me dijo. Me depositó en el piso y rapidamente lo llevé a mi cuarto. Cuando llegamos, inmediatamente me abrazó por detrás y me besó el cuello.
Cerré mis ojos y disfruté la sensación que me causaban sus labios rozando mi piel. Me di vuelta soltándome de su agarre y llevé mis manos al broche del sostén. Le sonreí pícaramente y regresé mis manos al frente. Justin sonrió de lado mostrándome su dentadura perfecta.
- Eres mala - musitó. Sonreí. Mi mano fué hasta la hebilla de su cinturón. Lo jalé hacia mí y empecé a desabrochar su camisa.
Justin se sacó la camisa y me besó una vez más recostándome lentamente de espaldas en la cama. Él se puso sobre mí de una manera que no me aplastara. Volvió a besarme y sus labios empezaron a bajar poco a poco. Primero a mi cuello, después a mi pecho y más abajo. Cuando llegó a mi ombligo no pude contener la necesidad de gemir. Lo hice. Mi garganta soltó un sonido diferente al de un gemido de dolor, era un gemido de placer. Justin no dijo nada. De repente sentí sus labio más abajo. Su mano estaba jugueteando con mi muslo.
Levanté al torso un poco para ver lo que Justin estaba haciendo. Empezó a desabrochar mi pantalón y a bajarlo poco a poco hasta que solo me quedé en ropa interior. Se puso encima de mí de nuevo y empezó a besar mis pechos alternadamente. Se sentía realmente bien. Cerre los ojos y disfruté de cada sensación nueva que me hacía experimentar.
De un momento a otro sentí como desabrochó mi sostén y me lo quitó por completo.
- ¡Mierda! - gruñó. - A penas eres una nena y tienes el pecho de una modelo de 25 años. De verdad me tienes sorprendido - sonrió y besó mis pechos nuevamente. Pero ahora pude sentir como los succionaba y los chupaba. Mientras chupaba uno, con su mano jugueteaba con el pezón del otro.
Después de haber tenido suficiente, Justin se quitó el cinturón. Yo levanté mi torso y ayudé a quitarse el pantalón. De repenté vi su paquete. Se veía enorme. Mordí mi labio y tuve la necesidad de tocarlo.
- Adelante - me ofreció Justin. Subí la mirada y vi como cerraba sus ojos.
Regresé la mirada a su miembro y lo saqué del bóxer negro. Era realmente grande. Empecé a juguetear con él. Subía y bajaba mi mano y una que otra vez, lamía la punta. Justin estaba jadeando. Su respiración era acelerada.
Puso sus manos en mis hombros alejándome de su miembro y me recostó delicadamente en la cama. Se quitó por completo el bóxer y me regaló una sonrisa. Bajó sus manos a mis cadera y empezó a quitar mis bragas muy despacio. Las dejó en mis tobillos y me pidió que me las safara. Su cuerpo se pegó al mío y empezó a hacer movimientos suaves con su miembro cerca de mi feminidad.
Se sentía realmente bien.
Lamió sus dedos y los llevó a mi parte femenina. La frotó. De repente sentí como metía un dedo en mi feminidad. Lo sacaba y lo metía una y otra vez. Se sentía realmente bien. Gemí tan fuerte que tuvo que besarme y callar mis gritos.
- Y eso que es solo un dedo - dijo con su boca pegada a la mía. - ¿Estás lista? - dijo tomando su miembro con su mano y pegándolo a mi feminidad, ya casi dentro.
- Lista.
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Aqui esta el cuarto capitulo y el segundo de la maratón, espero que les guste y las adoro por ser mies lectoras y leer lo que publico!!!
- Nunca tengo sexo aquí - dijo. - Tú decide. Tu primera vez tiene que ser especial e inolvidable.
- Tengo un lugar especial - susurré recordando el jardinsito donde había tenido mi primer beso, había leído mi primer novela y había imaginado mi casamiento un millón de veces. - Es un jardín.
- ¿Dónde?
- En mi casa.
- Okey. ¿Tienes auto?
- Sí ¿por?
- Me iré contigo - dijo mientras tomaba una carpeta y su saco.
- Ahm...
- Regla número dos; no puedes saber cosas de mí ni yo de tí. Me llevarás a tu casa pero con los ojos vendados, así no sabré a dónde vamos - me dijo mientras sacaba una corbata y me la daba.
- Esta bien - tomé la corbata y la metí en mi bolsillo.
Salimos de la "tienda". Justin cerró con llave y me siguió hasta el auto.
- Es éste - le dije mientras señalaba el mercedes negro de mi madre.
- ¿Dónde puedo poner mis cosas? - me preguntó mientras alzaba su saco y su carpeta negra.
- Oh, déjala en el asiento de atrás.
Tomó sus cosas y las puso donde le dije. Abrió la puerta del copiloto y se metió en el auto. Corrí hacia la puerta del piloto y me metí tambien.
- Bien - suspiré. - Date vuelta - le pedí. Se dió vuelta y puse la corbata cubriendo sus ojos. Regresó a su posisión normal y arranqué para irnos a casa.
Cuando llegamos, tomé a Justin del brazo y nos metimos a la casa por la parte trasera que daba al jardín donde estaba la piscina. Lo llevé hasta el jardinsito donde tendríamos nuestra noche especial. Aún tenía el puente de flores y hojas que había hecho con mi madre unos años atrás. Lo contemplé unos segundos. Ví la serie de luces que estaba colgada en el puente y lo conecté. La luz me cegó un poco. Enarqué la ceja y me puse frente a Justin.
Miré sus labios, llenos y perfectos. Quería besarlo. Devorar su boca y lamer su lengua. Le quité la corbata de los ojos y dejé que me mirara.
Vió directamente a mis ojos y me sonrió.
- Lindo - dijo mientras le daba una ojeada al lugar. Se quitó su saco y jaló de su cabello. - Entonces... ¿Vas a traer sabanas o algo? - me pregunto mirando el suelo enlodado.
- Era lo que estaba pensando. Creo que será mejor que entremos - le dije mientras me dirigía al arco y apagaba las luces.
- No, enciéndelas - me pidió. Se acercó a mí y rozó su piel con la mía, provocando una sensación de calor inmensa. Tomó el cable de mi mano y volvió a conectarlo.
La luz se reflejó en su cabello dorado, dándole un aspecto mas formal y delicado a su rostro. Me tomó de la mano y me acercó a él.
- ¿Tienes algún radio o unas bocinas? - me preguntó.
- Lamentablemente todas murieron en la parrillada del 4 de Julio - reí entre dientes. Soltó una risita y movió la cabeza.
- Entonces... ¿Cantas? - me preguntó. Negué con mi cabeza. - Yo si. ¿Te molestaría si canto? - moví mi cabeza para que se animara a empezar. - Quiero que sea un momento realmente especial para tí. Tampoco quiero que te enamores, sino que desees más el sexo despues de ésto.
Tomó aire y tomó de mi cintura haciendo que mi cuerpo chocara con el suyo dulcemente. Empezó a cantar una melodía perfecta. Era lenta y suave. Sus pies hicieron que los míos se movieran al compás de la canción. Estabamos bailando. Estabamos en mi lugar favorito en el mundo, bailando. Estaba adorando realmente este momento. Recargué mi cabeza en su hombro sin alcanzarlo totalmente. Él puso su mandíbula al raz de mi cabeza y siguió el compás.
El aire se colaba entre nuestros cuerpos y me hacía estremecer de vez en cuando. Castañeé un poco y sentí cómo su mano bajaba un poco más allá de mi cintura. Mis brazos subieron a su cuello abrazándolo al fin. Él abrazó mi cintura con sus fornidos brazos y su rostro quedó a pocos centímetros del mío. Su respiración era constante y regular, la mía era irregular e inconstante. Su mano derecha viajó hasta mi cuello tocando y acariciando mi mandíbula, acercándome más aún a su rostro.
Sentí su piel tocar la mía, su aroma penetrando mis poros y mis fosas nasales. Era perfecto.
Sus labios envolvieron los míos en un beso tenue y delicado. Los movió constantemente hasta hacerme querer más de sus labios. Deseaba el contacto de su piel con la mía. Me tomó de lacintura y plantó un beso delicado en mi mejilla.
- Quítate la blusa - me ordenó en un susurro. Inmediatamente la fuí quitando lentamente. Cuando al fin la quité por completo la aventé a una esquina del jardinsito.
Justin miró directamente a mis pechos y lamió sus labios. Se acercó y con la llema de su dedo tocó la piel de mi abdomen. Mi piel se erizó ante el contacto de su piel con la mía. Justin sonrió al ver la reacción de mi cuerpo ante esa simple acción.
- ¿Te lo quitas o te lo quito? - dijo pegando sus labios a mi lóbulo. Sentí su mano en el broche de mi sostén. Abrí mis ojos como platos.
- Mejor... vamos... vamos al cuarto - le dije mientras tomaba sus brazos y separaba sus manos de mi cintura.
- Está bien.
Estaba a punto de ponerme la blusa cuando Justin me la quitó de las manos.
- No. Así te ves perfecta, me gusta mucho tu abdomen - me dijo mientras se mordía el labio inferior.
Corrimos hasta la puerta de la casa. Saqué la llave de mi pantalón. Metí la llave en la cerradura. De repente sentí los labios suaves de Justin en mi hombro. Bajó sus manos a mi trasero y lo sobó. Cerré mis ojos y disfruté de la nueva sensación que me causaba eso.
Abrí la puerta y entramos. Justin seguía apachurrando y sobando mi trasero. Se sentía delicioso.
- ¡Dios! Tienes un trasero realmente perfecto - gruñó. Me di vuelta y tomé su rostro entre mis manos. Lo acerqué a mí y lo besé. Correspondió el beso de una manera voráz. Mordía mis labios y metía su lengua ferózmente. Me cargó haciendo que mis piernas rodearan su cintura. Sentí un bulto en mi parte femenina. Me separé de él cuando escuché su risa perfecta.
- Tranquila, es normal. Me tienes muy excitado.
Sentí como el color subió a mis mejillas. Justin alzó su rostro y me dió un beso delicado en los labios.
- Vamos a tu cuarto - me dijo. Me depositó en el piso y rapidamente lo llevé a mi cuarto. Cuando llegamos, inmediatamente me abrazó por detrás y me besó el cuello.
Cerré mis ojos y disfruté la sensación que me causaban sus labios rozando mi piel. Me di vuelta soltándome de su agarre y llevé mis manos al broche del sostén. Le sonreí pícaramente y regresé mis manos al frente. Justin sonrió de lado mostrándome su dentadura perfecta.
- Eres mala - musitó. Sonreí. Mi mano fué hasta la hebilla de su cinturón. Lo jalé hacia mí y empecé a desabrochar su camisa.
Justin se sacó la camisa y me besó una vez más recostándome lentamente de espaldas en la cama. Él se puso sobre mí de una manera que no me aplastara. Volvió a besarme y sus labios empezaron a bajar poco a poco. Primero a mi cuello, después a mi pecho y más abajo. Cuando llegó a mi ombligo no pude contener la necesidad de gemir. Lo hice. Mi garganta soltó un sonido diferente al de un gemido de dolor, era un gemido de placer. Justin no dijo nada. De repente sentí sus labio más abajo. Su mano estaba jugueteando con mi muslo.
Levanté al torso un poco para ver lo que Justin estaba haciendo. Empezó a desabrochar mi pantalón y a bajarlo poco a poco hasta que solo me quedé en ropa interior. Se puso encima de mí de nuevo y empezó a besar mis pechos alternadamente. Se sentía realmente bien. Cerre los ojos y disfruté de cada sensación nueva que me hacía experimentar.
De un momento a otro sentí como desabrochó mi sostén y me lo quitó por completo.
- ¡Mierda! - gruñó. - A penas eres una nena y tienes el pecho de una modelo de 25 años. De verdad me tienes sorprendido - sonrió y besó mis pechos nuevamente. Pero ahora pude sentir como los succionaba y los chupaba. Mientras chupaba uno, con su mano jugueteaba con el pezón del otro.
Después de haber tenido suficiente, Justin se quitó el cinturón. Yo levanté mi torso y ayudé a quitarse el pantalón. De repenté vi su paquete. Se veía enorme. Mordí mi labio y tuve la necesidad de tocarlo.
- Adelante - me ofreció Justin. Subí la mirada y vi como cerraba sus ojos.
Regresé la mirada a su miembro y lo saqué del bóxer negro. Era realmente grande. Empecé a juguetear con él. Subía y bajaba mi mano y una que otra vez, lamía la punta. Justin estaba jadeando. Su respiración era acelerada.
Puso sus manos en mis hombros alejándome de su miembro y me recostó delicadamente en la cama. Se quitó por completo el bóxer y me regaló una sonrisa. Bajó sus manos a mis cadera y empezó a quitar mis bragas muy despacio. Las dejó en mis tobillos y me pidió que me las safara. Su cuerpo se pegó al mío y empezó a hacer movimientos suaves con su miembro cerca de mi feminidad.
Se sentía realmente bien.
Lamió sus dedos y los llevó a mi parte femenina. La frotó. De repente sentí como metía un dedo en mi feminidad. Lo sacaba y lo metía una y otra vez. Se sentía realmente bien. Gemí tan fuerte que tuvo que besarme y callar mis gritos.
- Y eso que es solo un dedo - dijo con su boca pegada a la mía. - ¿Estás lista? - dijo tomando su miembro con su mano y pegándolo a mi feminidad, ya casi dentro.
- Lista.
--------------------------------------------------
Aqui esta el cuarto capitulo y el segundo de la maratón, espero que les guste y las adoro por ser mies lectoras y leer lo que publico!!!
Capitulo 3°
MARATÓN 1/4:
Justin hizo que me sentara en la salita y le contara de mis "espectativas de la clase" pero preferí no decirle. La verdad era que no esperaba nada. Ni siquiera sabía si quería tener sexo con un chico desconocido.
- Bueno, te haré unas preguntas. Tendrás que contestarlas sinceramente, ¿de acuerdo? - dijo serio, pero sin perder rastro de su belleza pura.
Asentí.
- Edad.
- 17 años.
- Menor de edad - masculló al tiempo que anotaba algo en una hoja. - ¿Virgen? - pasé saliva y apreté mis manos. Me puse tensa.
- Sí - admití a regañadientes.
- ¿Tienes algún problema cardíaco o algo por el estilo? - lo tengo ahora mismo. ¡Un putísimo hombre con una belleza tremenda y una voz gruesa y ronca está haciendo que mi corazón se acelere!
- No.
- Bien. Como eres menor de edad y eres virgen no puedo hacerte otras preguntas - dijo mientras guardaba la hoja en una carpeta. - Y al ser virgen, no tengo que hacerte estudios.
- Pero... ¿Qué pasa después? - pregunté mientras empezaba a quitarme mi chamarra.
- Pues, yo puedo desvirgarte - ¿por qué demonios me hablaba del sexo como si fuera cualquier cosa? - O podemos esperar a que pierdas tu virginidad - abrió un poco sus piernas y recargó sus codos en los muslos acercándo su rostro hacia mí.
- ¿Tú puedes quitarmela?
- No tengo problema con eso.
- Pero...
- Ya sé. Te han dicho que la primera vez es espantosa, pero puedo asegurarte que no lo es. Solo tienes que buscar el momento correcto y la persona correcta - empezó a decir. - Yo con mucho gusto puedo hacer que tu primera vez sea totalmente inolvidable.
- ¿Harías eso? - le pregunté interesada. - Pero...
- Hay reglas en esto, ______ - me interrumpió. - Son simples. Si las sigues, todo será más fácil.
Empezó a decir las reglas una por una.
- Primera regla - empezó a decir. - No puedes contarle a nadie que doy clases. Si una mujer se topa con ese letrero es porque el destino la llama, no por otras cosas. Dos, no sabrás nada de mí; a qué me dedico y qué hago fuera de aquí. Tres, nada de sentimientos. Esto es sexo y nada más que eso. Cuatro, no hay obligaciones, yo te hago sentir bien y tu a mí. Cinco, me protegeré todo el tiempo. Nada de semen dentro de tí. Seis, nada de buscarnos.
- ¿Terminaste? - le pregunté mientras alzaba las cejas.
- Sí.
- Bien... ¿Y qué pasa si rompo alguna regla? ¿Qué pasa si TÚ rompes alguna regla? - remarqué la palabra tú para dejar en claro que no solo yo puedo romper las reglas.
- Yo nunca he roto las reglas.
- Pero puede pasar - arrugué el entrecejo y me acerqué a él. - Que nunca te haya pasado no significa que jamás te pasará.
- Creéme, no pasará - enarcó una ceja y tocó mi rodilla. Sentí como mi piel se erizaba.
- Bien - me levanté y lo miré. Él hizo lo mismo. Era notablemente más alto que yo. - ¿Cuándo puedes desvirgarme?
- Depende.
- ¿De qué?
- Mi estado de ánimo, mi agenda...
- Okey, okey. Revisa en tu agenda - sonrió de lado y se dirigió al pequeño escritorio. Sacó una libretita negra ya casi a punto de terminarse. Hojeó un poco hasta que dió con algun espacio.
- Puedo hoy - tragué saliva.
- ¿Qué? - apenas y puede decirse que lo que acababa de decir era un susurro, porque lo dije tan bajo que dudé si Justin lo había escuchado.
- Estoy de buen ánimo y tengo tiempo...
- Pe-pero - tartamudeé.
- Si no quieres no. No puedo obligarte a hacer algo que no quieres.
Me quedé pensando un momento. Mis padres no estarían hoy en casa así que no puede pasar nada. Lo miré a los ojos, a esos miel y profundos ojos y tomé aire para hablar de nuevo.
- Bien. ¿Dónde y a qué hora?
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Espero les alla gustado este capitulo!!!, altiro subo el otro los otros.
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